lunes, 30 de noviembre de 2009

La mirada de un Oso Panda.

No recuerdo mucho de mi infancia pero sé que siempre me han gustado los Osos Panda. Bueno, de hecho creo que a todo el mundo le gustan. Es más... si no te gustan los Panda es porque no eres buena persona. De pequeño siempre les contaba a mis amigos que yo había estado en el Cumpleaños de Chu-lin (el panda del zoo de Madrid), y en realidad nunca había estado en tal celebración. También me inventaba el sabor de la tarta que todos los niños presentes habíamos comido y demás detalles que seguramente vi en las noticias de la televisión.

No sé por qué me gustan tanto. A veces cuando me aburro, entro en el youtube y me pongo a ver vídeos de osos panda. Me quedo embobado viéndoles hacer nada. Porque los osos panda no hacen nada. Duermen más de dos tercios del día y el resto del tiempo lo dedican a comer bambú, y es una característica curiosa de cojones. ¿Cómo un animal puede comer sólo una cosa? Es como si nosotros sólo pudiesemos comer croquetas de jamón. Y si el jamón se extingue, nosotros también. ¿Por qué será? ¿por qué se conforman sólo con bambú? ¿Habrán probado el eucalipto o cualquier otro tipo de hoja que nazca en sus selvas? No, sólo bambú. ¡Para qué más si está cojonudo! Pues eso es lo que me gusta de los Osos Panda. Que son los osos conformistas y felices. No se obesionan con sus físicos ni con probar el último pincho de sushi que han inventado el un bar de San Sebastian. Comen, duermen y copulan.

Se la suda todo. Si los ponen en un Zoo también son felices porque han sabido adaptarse . Podemos decir que el oso panda es el oso más feliz sobre el planeta. De hecho se están extinguiendo pero sin ser conscientes de ello.

Y todo todo esto, se refleja en su mirada tranquila y conciliadora. Una mirada que envidio. No entras en un bar a las 3 de la mañana y ves esa mirada. Eso nunca pasará.

Deberíamos aprender más de ellos. Especializarnos en una única comida y no darle más vueltas a la dieta. Que es un coñazo. También deberíamos dormir más y pensar menos porque al final aquí estamos para vivir tranquilos y felices, no para vivir angustiados con la posibilidad de no vivir ciertas experiencias.

Save the Panda way of Life.

Vivan las Manchas.





jueves, 26 de noviembre de 2009

El bar donde yo nací.

Hace 10 años que yo nací. Metafóricamente hablando claro. En realidad llevaba sobre el Planeta Tierra unos 20 años. No tenía una enfermedad incurable que un médico con estudios en Boston me curó. No es eso. Solo que en esos veinte años de vida no hice todo lo que el cuerpo me pedía. Fuí un chico obediente aunque no muy estudioso. Podemos decir con una frase hecha (a la que odio) que las cosas "me iban bien". Familia de clase media alta en la capital de provincia más fea y segura de España (esto no me lo he inventado yo).

Podemos decir que yo pasaba un poco de largo por mi propia vida. Hacia las cosas que todo el mundo hacia, aunque nunca muy convencido. Tal vez mi primera desviación llegó con el Heavy. Mi primer acto de rebeldía fue comprarme una cassette del grupo aleman Accept en el Simago y dejarme el pelo largo. Yo veía las calles de ciudad real (con minúscula sí) como las streets de un video clip de Skid Row. Osea que era un capullo, panoli, abstraido de la realidad.

Tuve novias como todos, aunque creo que nada tenían que ver conmigo. Yo sólo quería hacer lo que todos. Y meter mano claro está. Hasta hubo una que me cambió por una temporada y consiguió que llevase un jersey de rombos sobre una camisa.

Un buen día...

Papá: ¿Qué carrera quieres estudiar?

Yo: Quiero ser cantante de heavy papá.

Papá: vale no. Aquí te dejo el libro de las carreras.

Yo: ok padre.

Elegí la carrera que más le gustaba a mi padre y una de las pocas que no había en mi Comunidad Autónoma: Veterinaria. Siempre he tenido miedo a los perros, caballos, gatos, gallinas, ovejas... aunque siempre lo he disimulado bastante bien. A los 4 años y un expediente horrible lo dejé.

Me volví humillado, desasistido, perdido, jodido y de todo a ciudad real. Además me dejó la que era mi novia. Vamos un drama manchego con olor a queso, migas y pisto mezclado.

Y ahí llegó el Perro. Llegaron Simón y Angel. Dos chicos de Ciudad Real aunque no parecían de allí. Me enseñaron de todo. A ser malo y a ser bueno. A tomar gin tonics y botellines. A preocuparme lo justo. A que los amigos lo son todo.

Tuvimos muchas novias, muchas noches eternas, y miles de millones de vasos y botellas primero llenas y después vacias.

Yo encaminé de nuevo mis estudios y me fui a la capi. Las cosas cambiaron claro. Al principio un poco y luego más. Pero claro, cada uno se hace su propio camino y no siempre coincide con el de otros. Que nos distanciamos coño.

Lo que más me gusta de todo es que cuando vuelvo a quedar con ellos sigo sintiendo las mismas cosas que al principio aunque todo ha cambiado. Pero sigo sintiendo esa emoción al salir cada noche, aunque yo ultimamente no aguanto hasta más de las 3.

En fin, que un Bar de unos 60 metros cuadrados significa mucho para mi. Que en esa barra he aprendido mucho. Que detrás de esa barra he aprendido aún más. Y que gracias sus servicios yo he conocido a una rubia muy legal.

Gracias Perro y felicidades.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Jack, el Irlandés menos Iracundo del Planeta.

Jack era el tipo más tranquilo del condado de Offaly. Al menos eso decían los granjeros de la zona. Jack nunca había gritado. Hablaba tan bajito que tenías que acercarte a él a menos de 15 centímetros de su boca o nada. Jack había perdido una pierna una noche de febrero cuando pasaba de una parcela de pasto a otra con su rebaño de ovejas. La línea divisoria de ambas parcelas era la vía del tren que va de Dublín a Limerick. Una oveja retrasada en el paso. Lo demás lo podéis imaginar. Esa noche Jack no gritó para no espantar a las ovejas. Pero es más, cuando Jack andaba por las calles de su pueblo no se oía nada. La madera contra la piedra y nada.

Le llamaban Jack el silencioso. Los niños le tenían mucho miedo porque nunca sabías por donde iba a aparecer Jack. A veces se dice que cantaba una antigua canción aunque nadie sabe muy bien cuál era porque claro, no se oía. Unos dicen que era esta:

Con Skully – The Kerry Recruit

Otros que era esta:

Bob Roberts – Stormy Weather Boys

El caso es que siempre estaba cantando. Pero bajito. Para adentro. Porque Jack era un tipo alegre aunque casi nadie lo supiera. Él amaba el campo. Sus ovejas. Y la Guinness.
Bebía una pinta cada noche antes de acostarse. Primero cenaba en casa, luego se ponía su chambergo y se iba al pub de la esquina. Todo con mucho silencio. Pedía una pinta al camarero con una mirada y se la bebía de dos tragos y medio.

Una noche Jack salió de su casa a eso de las 21:00 camino del Pub. Llovía con fuerza y tuvo que acelerar el paso, aunque no era fácil para Jack. Al llegar a la puerta del Pub notó algo raro pero la fuerte lluvia no le permitió pararse a adivinar de qué se trataba. Llegó hasta la barra y le hizo el gesto al camarero, que por cierto, acababa de empezar una promoción de la cerveza española San miguel esa misma noche.

El camarero invitó a Jack a probar esa nueva cerveza tan rara. Que ni siquiera era negra.
Jack bebió un sorbo con una mirada recelosa al color ambar de la misma y se quedó callado. Pasados 5 segundos, de la boca de Jack comenzó a salir un chillido horrible. Era el grito de 10.000 ovejas. De miles de hombres muertos en la guerra contra los ingleses. De los Violines de Cork. De todas las niñas embarazadas a los 14 años en el momento de enterarse que serían madres.

Todas las copas del bar reventaron. Es más, todos los vasos del pueblo explotaron. Una tragedía.
Cuando Jack paró de gritar se quedó callado mirando al cámarero y le dijo:

"¿Qué clase de mierda es esta?"

martes, 24 de noviembre de 2009

Pepe Ramirez Advertising

Un buen día, Pepe Ramirez Patiño, dió el paso de su vida: abrió su propia agencia de publicidad. Estaba cansado de aguantar la incompetencia que cada día pastaba plácidamente alrededor de sus brillantes ideas. "Si yo soy el mejor de esta agencia podré montar la mia propia".

Cuando dió el aviso pertinente a la dirección de su ahora ex-agencia se puso a planear con detalle cuál sería la nueva identidad de Pepe Ramirez Advertising. Él se encargaría de todo. Sería el Planificador de medios, el Dr Creativo, el Recepcionista, el trainee y el Arte-finalista. Incluso pensó que él mismo limpiaria los suelos porque la chica que limpiaba su anterior puesto de trabajo era un desastre. Él sabía como limpiar las pantallas de los Mac mucho mejor.

Para reafirmarse en cada uno de sus cargos, Pepe Ramirez se hizo tarjetas de todos y cada uno de ellos. Cuando iba a una reunión entregaba una media de quince tarjetas. Pero no sólo eso, Pepe también buscó un local grande para que todos sus empleados tuviesen cabida en él. Un total de 10 despachos con sus 10 mesas y sus 10 ordenadores.

Pepe se organizaba cada mañana para poder sentarse en todos. Revisaba los trabajabos, se mandaba emails de un despacho a otro y se iba corriendo a responderse a sí mismo. Porque Pepe odiaba la incompetencia y los retrasos.

Cada mañana Pepe Ramirez llegaba una hora antes que el resto de la plantilla, se colocaba una bate verde y se ponía a limpiar toda la agencia. "Nunca se sabe cuándo puede aparecer un cliente".

Todo iba perfecto hasta que un día "Pepe planificador de medios" tuvo un enganche con "Pepe recepcionista". Las cosas se pusieron muy feas. Hasta tuvo que intervernir Pepe CEO. A partir de ese momento las cosas tornaron a tragedia. Los Pepes no se saludaban por los pasillos ni se hablaban entre ellos. La incomunicación era total y eso, se refleja en el trabajo. Y eso se refleja en el trato a los clientes. Y eso se refleja en los presupuestos. Y eso se refleja en la perdida de clientes y cuentas. Y en el bolsillo.

Un buen día Pepe decidió hacer un ERE a toda la agencia. Ya no se fiaba de nadie. Eran todos igual de malos que en su agencia anterior. No iban a vivir de él. De su ingenio. De su visión de la comunicación.

Y así fué. Despidió a todos. Todavía está lidiando en los juzgados para que todos cobren sus indemnizaciones y demás lios burocráticos.

"Pronto abriré una nueva agencia. Está claro que no contaré con nadie esta vez".

jueves, 12 de noviembre de 2009

Siempre pierdo las contraseñas de todo.

Almacena. Archiva. Memoriza. Guarda. Aprende. Recuerda. Saca. No me acuerdo. Lo he perdido. Soy un torpe. Fuck. Así me siento con todo lo relacionado a cuentas de email, pins de teléfonos, contraseñas de acceso a pc y nombres de redes sociales y foros.

¿Qué porcentaje de masa cerebral utilizaremos para recordar todos estos datos? Menos mal que ahora por lo menos tenemos las agendas de los teléfonos móviles porque antes llegué a aprenderme unos 15 teléfonos con su prefijo delante. 926.

Pierdes tu cuenta de un foro. Te quejas. Te mandan un email para que reestablezcas la contraseña. Pero claro ¿A qué email? ¿Cuál es la contraseña? Solución: me abro otra cuenta y otro email. Un follón.

Si en lugar de memorizar nombres de grupos absurdos a los que sólo conocen sus familiares de Oklahoma city, utilizase mi intelecto para recordar contraseñas sería más feliz.

Si tuviese un poco más de memoría no tendría que haber creado la 2º parte de este "blog"

Bienvenido seas.